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Guillermo Alfonso Brenes: Jesús Jiménez Zamora, un protagonista del siglo XIX

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Jesús Jiménez Zamora

Guillermo A. Brenes Tencio

¿Quién fue y qué hizo don Jesús Jiménez?

Jesús María Cariaco Jiménez Zamora nació en uno de los hogares más conspicuos e influyentes de Cartago el 18 de junio de 1823. Sus progenitores, don José Ramón de Jesús Jiménez Maldonado y Rodríguez de Robredo y doña Joaquina de Jesús Zamora y Coronado, gozaron de los privilegios de las familias fundadoras de la antigua capital colonial.

Una amplia casona solariega albergó la numerosa prole de la familia Jiménez Zamora: once hijos, seis hombres y cinco mujeres.

El 21 de febrero de 1850, don Jesús Jiménez contrajo matrimonio con doña María Esmeralda Oreamuno Gutiérrez. Ambos provenían de una red familiar extensa de la elite cartaginesa: Doña Esmeralda era hija de  Francisco María Oreamuno Bonilla, Jefe de Estado entre 1844 y 1846. Tuvieron siete hijos, entre ellos el escritor, diplomático y político Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno y Ricardo Jiménez Oreamuno, tres veces Presidente de la República y presidente de los otros dos poderes.

Médico graduado en el Protomedicato de la Universidad Pontificia de San Carlos Borromeo de Guatemala (1849), fungió como Diputado, Gobernador de la ciudad de Cartago en la década de 1850, luego Secretario de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública; y después, como Vicepresidente y Presidente de la República en dos ocasiones (1863-1866 y 1868-1870).

Al asumir el cargo de presidente, don Jesús Jiménez acarició la idea de un Estado destinado a fortalecer la supremacía del poder civil sobre el militar. De allí que eliminara el Congreso en 1863 cuando trataba de limitarlo y se enfrentara en su segundo gobierno, a los férreos comandantes Máximo Blanco y Lorenzo Salazar al decretar que la comandancia general del ejército aglutinara la hegemonía sobre las tropas y los cuarteles. Sin embargo, como lo ha puntualizado la historiadora Carmen María Fallas Santana, también persiguió a sus adversarios políticos (algunos de ellos pertenecientes a la masonería), a quienes detuvo o exilió, por lo cual fue ganando enemigos.

Don Jesús convocó a una Asamblea que emitió la Constitución de 1869, y consiguió del Congreso facultades absolutas para hacer frente a los problemas del país y promover el progreso y bienestar. Creyente de la máxima: «gobernar es educar», Jiménez Zamora fortaleció la educación pública, al crear escuelas y abrir las puertas del Colegio San Luis Gonzaga en Cartago y una Escuela Normal en San José.

El 27 de abril de 1870, fue depuesto por un golpe de estado efectuado por el entonces coronel Tomás Guardia Gutiérrez y un grupo de militares adeptos, en un intento de la élite cafetalera y comerciante por controlar la «tónica autoritaria» del gobierno de Jiménez.

El Congreso Constitucional, en un acto que podría considerarse un fuerte símbolo de reconciliación, le confirió el título de Benemérito de la Patria, por Decreto No. 50 del 22 de julio de 1886.

La «sacralización» secular  de la figura de Jesús Jiménez se inició a partir de sus imponentes funerales de Estado en febrero de 1897. Dicha ceremonia luctuosa dio pábulo a diversos discursos políticos que exaltaron la figura simbólica del médico y político cartaginés. Fueron comunes los epítetos de hombre probo, desinteresado, digno de imitar por la ciudadanía y consagrado al servicio de la Patria. En ese corpus, que circuló ampliamente en la prensa periódica de la época (tanto liberal como conservadora) y en el mundo de la cultura, se ocultó o minimizó cierta tendencia hacia al autoritarismo que impregnó el ejercicio del poder político por parte de don Jesús. En suma, el óbito de Jiménez Zamora significó su desaparición física pero, inmediatamente, pasa a personificar la nación costarricense a través de un conjunto de valores cívicos necesarios para consolidar la idea de una «comunidad imaginada», para emplear las palabras de Benedict Anderson.

El abogado y periodista Guillermo Vargas Calvo, en un opúsculo publicado en San José en 1903, señaló con nitidez los objetivos de la acción gubernativa de don Jesús Jiménez: «El programa administrativo del Presidente Jiménez abarcó con esmero tres puntos principales: reconstrucción de la Hacienda pública, fomento de la instrucción pública, ensanche de las vías de comunicación. Es decir, cuanto se relaciona más directamente con el progreso material y moral de los pueblos».

Homenajes y reconocimientos a don Jesús Jiménez

Decididamente, hay una relación recíproca entre arte y política. En el caso de la figura del expresidente cartaginés se plasmó en el lienzo, el bronce y el papel.

En la ciudad de Cartago un parque lleva su nombre y una estatua fundida en bronce por el escultor venezolano Eloy Palacios Cabello (1847 – 1919) es una representación extraordinaria de este hombre de carácter fuerte y firmes convicciones. Palacios fue «asesorado» por el diplomático costarricense residente en Europa, don Manuel María de Peralta y Alfaro, en una visita que hizo al taller del venezolano en Múnich. Posiblemente, también trabajó con base en los retratos fotográficos que se tomaron en vida del expresidente de la República. Sin duda, esta efigie es el ejemplo más representativo de la escultura cívica monumental en la ciudad de Cartago.

La estatua fue financiada por suscripciones públicas y el aporte económico de la Municipalidad de Cartago y del Estado costarricense. A finales de setiembre de 1901, la estatua llegó al puerto de Limón. Días después, el martes 8 de octubre, Palacios la entregó formalmente.

El 13 de noviembre de 1902, la estatua se colocó en un pedestal de granito erigido en la vieja plaza del templo de Nuestra Señora de El Carmen, ubicada al noroeste del casco urbano cartaginés que se convirtió en el Parque Jiménez por acuerdo N° 6 aprobado por la corporación municipal de Cartago, el 15 de junio de 1903 y, el jueves 18 de junio de 1903,  se inauguró el monumento “…erigido espontáneamente por los costarricenses para perpetuar la memoria del egregio ciudadano Benemérito Licenciado don Jesús Jiménez”.




Fuente

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