- Nani, Giovanni (Author)
- 186 Pages - 10/03/2017 (Publication Date) - Createspace Independent Publishing Platform (Publisher)
Masonería
#marzo #julio #salí #ciudad #pero #fui #todos #los #días #Ayuntamiento
José Daniel Díaz Armas (Tacoronte, 1975) y su mujer se conocieron en Uzbequistán, la antigua república soviética del Asia Central. Ninguno de los dos habla uzbeco, ni era funcionario de la ONU, y la mujer de Daniel es tan canaria como él. Resulta que coincidieron en un viaje y se enamoraron. Ahora tienen dos hijos de 4 y 7 años. Al alcalde de Tacoronte le queda un año de mandato, porque pactó un time-sharing con el PSOE, “que se cumplirá, basta la palabra dada”. Es abogado, pero su verdadera pasión es la docencia, siguiendo una inveterada tradición familiar. Su abuelo materno, Evaristo Lino Armas, era hijo de pescadores y terminó ejerciendo como secretario del Cabildo de La Gomera, procurador de los tribunales y cronista oficial de la isla. Su abuela paterna, doña Lola, fue maestra de Tacoronte toda la vida. Y hay mucho más de servicio a la docencia en sus antepasados. Daniel quiso ser becario en La Gaceta de Canarias, cuando yo dirigía el periódico. Le dieron el puesto, ¿saben por qué? Pues porque el directivo que lo entrevistó le preguntó el nombre de la persona que dirigía el rotativo. Daniel respondió, de carretilla: “Don Andrés González de Chaves y Sotomayor”. “¡Coño!”, respondió el entrevistador, “el puesto es tuyo”. Pero sólo duró dos días, porque aquello no era lo suyo -yo lo entiendo- y no quería quitarle el puesto a otro con más vocación. Espero fervientemente que su sustituto no fuera aquel individuo al que le olían los pies de una manera insoportable.
-O sea, que de periodista, nada.
“Pero nadie me quita el haberlo intentado; yo me leo todo lo que cae en mis manos”.
-¿Lo estamos haciendo bien en la Administración local, Daniel?
“Hay que reflexionar sobre eso. Y es bueno seguir insistiendo en los beneficios del teletrabajo, yo creo que más barato y más eficaz. La pandemia nos sigue enseñando cosas”.
-No sé.
“Lo que no es de recibo es contar con una administración decimonónica en la que mandan los funcionarios. Esto no se sostiene. Es preciso, repito, reflexionar sobre lo que hemos hecho mal e intentar resolverlo”.
-Tacoronte en la cuneta, escribió el gran Arturo Maccanti.
“Se quedó en la cuneta, en un momento dado, con el trazado de la autopista, que en principio no iba a tomar esa ruta. Pero hemos sobrevivido, en parte gracias a la labor de varios buenos alcaldes”.
-Como por ejemplo…
“Guillermo Graham lo fue y también Hermógenes, por citarte a dos de los últimos. En la época de Guillermo, el concejal de Urbanismo, Figueroa, puso orden en un desconcierto. Fue duro, pero cesó la anarquía que reinaba y se planificó el término municipal. Esto nos ha ayudado mucho a los que hemos venido detrás”.
-Es curiosa la distribución de algunos barrios, casi por familias.
“Tienes razón. Mira, en la carretera general, desde el antiguo restaurante La Vara hasta la farmacia, todos los vecinos que viven ahí son familia. Mi abuelo, en el año 36, había ahorrado 7.000 pesetas. Iba a comprarse un coche, pero le aconsejaron que no lo hiciera porque los militares los estaban requisando. Y construyó entonces la casa familiar, en la que viven hoy mis padres. La casa no se la podían quitar”.
-¿Era franquista tu abuelo?
“No, que va, era republicano, del Partido Radical. Lo salvó de la cárcel y quién sabe si de la muerte el sargento de la Guardia Civil del puesto de Tacoronte, que cuando le solicitaron informes sobre su filiación política dijo que, siendo concejal, mi abuelo se había negado a firmar la petición de traslado de Franco, entonces comandante militar de Canarias, a la Península, aludiendo a que aquello era cosa de militares, no del Ayuntamiento, ni del estamento civil. Y escapó”.
-Por la mínima.
“Mi abuelo paterno, Zoilo Díaz Dorta, del que te he hablado, era luchador. Y masón. Había comprado una guagua que hacía el trayecto Tacoronte-La Laguna, con otro socio. Uno hacía de cobrador y otro de conductor, indistintamente. Para anunciar las reuniones de los masones, mi abuelo agarraba una de las barras de seguridad instalada en la guagua para los que iban de pie y ponía las manos de una forma concreta, en claves que sólo conocían ellos. Eso quería decir que la reunión iba a celebrarse en una vivienda cercana a esa parada. Ya después se les informaba en qué casa. Nunca los cogieron”.
-El pueblo le gustó mucho a Alfonso XIII durante su visita.
“Y nos dio el título de ciudad en 1911. El rey vino en 1906 y descansó en el Hotel Camacho, según cuentan las crónicas. Le gustó mucho el campo. La nuestra es la auténtica ciudad del vino de Canarias, producimos los mejores caldos, sin duda. Y La Alhóndiga es un templo del vino. Los cosecheros y bodegueros de la zona incorporaron por vez primera en Canarias el acero inoxidable a sus bodegas, modernizaron el sector y han conseguido premios de mucha categoría”.
-¿Cuánto tiempo has estado confinado en tu pueblo durante la pandemia?
“Desde el mes de marzo hasta el mes de julio, en que estamos, no salí de Tacoronte. Fui todos los días al Ayuntamiento, todos. Ahora ya he salido del término y cuando llego al Padre Anchieta me parece que vengo de otro mundo. Ha sido realmente increíble”.
-Viviste un momento delicado. Aquel camión que se despeñó por un acantilado. Gracias a eso se descubrió una importante cueva guanche.
“No exactamente se descubrió, sino que se redescubrió, porque estaba llena de basura abandonada por gente que había estado allí. Se especula con que sea una de las residencias del mencey Acaymo, aunque los investigadores tienen que ponerse de acuerdo sobre si existió este mencey y si realmente vivió allí”.
-El rescate del camión fue increíble.
“Y que el conductor saliera con vida también. Llevaba una cisterna relativamente pesada, parece que el Google lo confundió y lo metió en una calle sin salida, pero tuvo los reflejos de lanzarse a la carretera dos segundos antes de que el vehículo se despeñara. Menos mal. Yo llegué al mismo tiempo casi que la Guardia Civil y me llevé un susto de muerte. Por dos metros no cayó la cisterna a la playa. Tuvimos suerte”.
-¿Tú no crees que Tacoronte ha perdido, en beneficio de La Laguna, haber sido la ciudad de Óscar Domínguez?
“Óscar nació en La Laguna, pero es tacorontero. Él vivió su infancia y su juventud en Tacoronte, su familia es de Tacoronte. Sus grandes días los pasó aquí, pero a lo mejor no hemos sabido aprovechar su memoria, ni reivindicar su verdadera patria chica”.
-¿Has tenido que dejar tu afición al deporte por ser alcalde?
“En buena parte, sí. Yo soy nadador de aguas abiertas y he participado en las pruebas más duras y en condiciones a veces muy peligrosas. Lo pasé mal, por ejemplo, en la travesía de La Graciosa a Lanzarote, cruzando El Río. Me llevaba la terrible corriente, no pude llegar. Pero, bueno, en otras pruebas he tenido mejor suerte”.
(Daniel es yerno del presidente del CD Tenerife, Miguel Concepción, por el que siente mucho aprecio y respeto. Se lamenta de que el Tete no haya llegado a los play-off de ascenso. Repite que cuando su periodo en el Ayuntamiento acabe (dentro de un año será primer teniente de alcalde hasta acabar la legislatura) quiere volver a la enseñanza, en la que ejerció como interino; y va a preparar oposiciones para lograr plaza fija. Cuando fue concejal de Urbanismo quiso rehabilitar el castillo de la familia de Óscar Domínguez, pero hubo un montón de impedimentos. Lo va a reintentar, seguro. Matías Padrón, que fue conservador del Museo del Prado, es primo hermano de su padre y Premio Canarias. O sea, que la dedicación al arte le viene de familia. Lo digo por su preocupación por la memoria de Óscar. Le pregunto por el gran proyecto pendiente en la ciudad).
“Convertir en rambla comercial y de ocio la carretera general que cruza el término. En realidad, ya se están instalando comercios, industrias y empresas comerciales de diverso tipo, restauración incluida, pero hay que dar forma a todo eso. Es una labor entre el Ayuntamiento, el Cabildo y el Gobierno de Canarias. Lo bueno es que no tiene que intervenir en la planificación una institución de fuera, sino todas las nuestras. Espero que este viejo proyecto fructifique y que dé categoría a la ciudad”.
-Una operación de cirugía estética.
“Exactamente, algo así”.
-A ver si reforman también la plaza de La Estación, que es horrorosa.
“Habrá noticias pronto sobre esa zona”.
-¿Estás resentido con La Esperanza, que le “robó” la procedencia y hasta el nombre a tu manta?
“La manta del mago siempre fue la manta tacorontera. Pero Macario Benítez, al que recuerdo con mucho cariño, inolvidable alcalde de El Rosario, se llevó los honores para La Esperanza. La manta de lana inglesa y sus líneas de color azul es típica de Tacoronte y espero que Escolástico me perdone el apunte. Y ahora te hago yo a ti una pregunta, ¿cómo se te ocurren las cosas tan graciosas que escribes sobre el mago?”.
-Pues, mira, empecé a calarlo desde que iba con mi abuelo a sus fincas de La Dehesa y La Montaña, los sábados, a pagar a los peones. Ahí, con seis o siete años, comenzó mi observación sobre el individuo. Es decir, que viene de viejo. Y he vendido 22.000 ejemplares de El mago y su cuñado, sólo en Canarias. Oye, por cierto, Daniel, ¿es verdad que existen logias masónicas muy camufladas, o incontroladas, en tu pueblo en este momento?
“No sé si se les debe calificar de esa forma tan irrespetuosa, pero es verdad. Existen”.
-¿Todavía tienes masones en la familia?
“Yo no lo soy; no hay más comentarios. No debo hacerlos”.
-Tú ejerciste como abogado. ¿No te provoca volver a los estrados?
“No, prefiero la enseñanza al mundo del Derecho. Yo me especialicé en mercantil y nos iba bien, pero lo mío es la enseñanza y la política local, que me encanta. A ver si nos dejan gastar en mejorar el municipio los 37 millones de euros que tenemos en el banco y que podrían solucionar tantos problemas. Están bloqueados por el Ministerio de Hacienda, como les pasa a otros ayuntamientos. Nuestro municipio está saneado, pero ese dinero pertenece a los ciudadanos”.
-¿Estás bien en Nueva Canarias, con Román de jefe?
“Muy bien, existe muy buen rollo, mucha compenetración”.
(Ha sido una charla agradable con un hombre agradable. Me da que hogareño, con un gran amor hacia su pueblo y a sus cosas. Me dice que se están rehabilitando algunas casas de las familias conocidas que veraneaban tradicionalmente en Tacoronte y que se encuentran abandonadas. Hay verdaderas maravillas racionalistas entre ellas. Varias veces me he encontrado al alcalde en El Pole, mandándose el bistec empanado o la carne de fiesta. En Los Limoneros nos hemos comido dos steaks tartar, exquisitos como siempre, esta vez elaborados por Toni Miralles, que también protagonizó un día esta sección y que ha decidido no jubilarse, sino morirse, cuando le toque, al pie del aparato para echar la pimienta. Por cierto, que Daniel y yo acabamos la conversación contando anécdotas de Pepe, el popular cartero de Tacoronte, famoso por lo que ustedes ya saben y no precisamente por repartir certificados).
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