- Nani, Giovanni (Author)
- 186 Pages - 10/03/2017 (Publication Date) - Createspace Independent Publishing Platform (Publisher)
El Sol, la deidad más antigua de la humanidad
Jym Qhapaq Amaru.
¿Es producto de la casualidad la similitud mostrada por las deidades o “enviados” de las culturas antiguas? ¿Qué hay detrás de la fecha que siempre se repite, el 21 al 25 de diciembre? ¿Por qué los “Dioses o Hijos de Dios” de estas culturas tienen su nacimiento en torno a esta fecha? Vamos a explicarlo a continuación.
“Sirius” también llamada estrella de la mañana, seguida por tres estrellas menores llamadas “los tres reyes” que acompañan a la estrella mayor, estas se alinean hacia el Sol todos los 25 de diciembre, para señalar “el nacimiento del sol” la salida del sol. (5)
Desde la perspectiva terrestre, o desde cualquier punto en la tierra, se tiene la percepción de que el sol gira alrededor de la tierra, aunque en realidad sea lo contrario. A este “trayecto” o recorrido del Sol sobre la tierra llamamos eclíptica, en base a este recorrido del sol se configuraron todos los calendarios antiguos y modernos del mundo.
La eclíptica solar tiene cuatro fechas clave, que son el 21-22 de marzo, 21- 22 de junio, 21-22 de septiembre, y el 21-22 de diciembre y están relacionadas a los solsticios – equinoccios de esta eclíptica o “recorrido del sol”, en esas fases se producen los cambios de estaciones, verano, otoño, invierno y primavera.
En el hemisferio norte que es donde han estado ubicadas la mayor parte de estas culturas, el 22 de diciembre es el solsticio de invierno, mientras que en el hemisferio sur donde estaba ubicada la cultura andina es el solsticio de verano, llamado “Inti Qhapaq Raymi” o “Gran Fiesta del Sol” es el día más largo del año, mientras que en el hemisferio norte es el día más corto del año en pleno invierno, hacia el 22 de diciembre en el hemisferio norte terrestre el día se acorta totalmente y permanece inmóvil del 22 al 25 de diciembre (tres días donde el Sol permanece quieto o muerto) para después “resucitar” el 25 de diciembre, y continuar su recorrido o “eclíptica” solar.
Para ubicar esta eclíptica solar en los cielos nocturnos, los antiguos sacerdotes de estas culturas inventaron las constelaciones, que son agrupaciones imaginarias de estrellas por donde hipotéticamente el Sol hace su recorrido, cada constelación está representada por una figura en base a trazos imaginarios creando así siluetas virtuales sobre el cielo, como vimos en el anterior capítulo, los incas tenían sus propias constelaciones, en este caso estamos tratando las constelaciones del mundo occidental y Asia menor, siendo para ellos en total
12 constelaciones, que juntas son llamadas “Zodiaco” Las constelaciones están en el siguiente orden Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Hipotéticamente estas constelaciones son “los doce discípulos del Sol, puesto que el Sol “viaja” por estas doce constelaciones o discípulos, divididos en cuatro estaciones, dos solsticios, dos equinoccios, en base a estas se construye el calendario solar, conocido como “Cruz del Zodiaco” también conocida como “Cruz solar”
En estos tres días en que el sol permanece en su punto más alejado, se ubica cerca a la constelación llamada “Cruz del Sur” a la cual los incas llamaban “Chakana”, esta constelación está formada por cuatro estrellas brillantes que alineadas forman una cruz como podemos ver en imagen de la derecha, por ello la metáfora es que el Sol “muere en una cruz” “permanece muerta tres días” y resucita el 25 de diciembre, anunciada por la gran estrella “Sirius” y las tres estrellas “reyes” y la constelación Virgo, llamada M, “la constelación de la virgen” iniciándose así la “resurrección del Sol” “el nuevo nacimiento del Sol” que traerá la esperanza de días más cálidos, mejores cosechas, y la pronta espera a la llegada de la primavera, “la señal de la salvación” pues el invierno tuvo efectos dramáticos en las culturas ancestrales, impedía la agricultura, único sustento de los pueblos que no tenían las comodidades que existen hoy, y sobrevivir al duro invierno helado era toda una hazaña en aquellas épocas…
Sin embargo la fecha en que el Sol vencía definitivamente al invierno era durante el equinoccio de primavera, 21- 22 de marzo, llegada de la primavera donde el día se hacía más largo que la noche y los días más soleados, los campos reverdecían y se podía practicar la agricultura, estas eran las fiestas pascuas o “la semana santa”.
En el hemisferio sur los Incas la celebraran alrededor del 21-22 de septiembre, por ser estas fechas el inicio de la primavera en el hemisferio sur, llamado el Quya Raymi Killa, o pascua del agua, ceremonias pidiendo el líquido fecundante de la tierra y la preparación de la naturaleza floreciente.
Hasta aquí debe quedar claro como los antiguos sacerdotes de las culturas antiguas dieron características antropomorfas a eventos cósmicos que tenían lugar en el cielo, por lo cual sus Dioses y sus leyendas tenían como trasfondo actividades cósmicas relacionadas a los solsticios y equinoccios, los eclipses y los años solares o terrestres. Y aunque a lo largo de milenios para sus seguidores estos dioses hayan tenido una existencia real lo cierto es que representaban en realidad al Dios Solar, es decir, al Sol, primera deidad que conoció la humanidad, pues veían todas las mañanas nacer al Sol desde el oriente, llegar a su máximo esplendor al medio día y morir hacia el poniente, trayendo tras su muerte “la oscuridad” que asociaron con el mal, el maligno, lo malvado.
De esta dualidad “día/noche” “claridad/ oscuridad” nace la concepción del “bien y el mal” donde el “Dios bueno” está asociado al Sol, “La luz” el día, la claridad, la verdad, el cielo mientras que el “Dios malo” conocido como Satanás, Diablo, Set, está asociado a la oscuridad, la noche, la mentira, lo malo, el infierno, ambos Dioses se enfrascaban en grandes luchas, la eterna lucha “del bien contra el mal”…
Esta dualidad “bueno/malo” “cielo/infierno” o la concepción de una lucha dual entre dos Dioses antagónicos, no existía en las culturas andinas, como lo demostraré en los siguientes capítulos, así mismo el autor de este escrito es sumamente respetuoso de todas las confesiones religiosas existentes, nuestro estudio es desde el punto de vista antropológico, no religioso.
INKA PACHAQAWAY – Cosmovisión andina.
Jym Qhapaq Amaru.
Primera edición 2012
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