
- Nani, Giovanni (Author)
- 186 Pages - 10/03/2017 (Publication Date) - Createspace Independent Publishing Platform (Publisher)
A la izquierda, la Campana de la Libertad en Sucre. A la derecha, la campana de Filadelfia.
CORREO DEL SUR
Una campana rota como símbolo de la libertad, un gran salón de la independencia y los paisajes son algunos aspectos –entre otros– que tienen en común Bolivia y Estados Unidos, ambos países el hogar de dos estadounidenses que nos relatan cómo las tradiciones no cambian en ambos lados del planeta.
Este sábado 4 de julio, Estados Unidos recordará el día de su independencia del imperio británico en 1776 y en Sucre también habrá celebraciones. Serán privadas y de ciudadanos residentes que, pese a la distancia, aún muestran apego por sus tradiciones.
“El año 2000 arreglamos la casa y yo hice poner un mástil grande en el jardín. Todos los 4 de julio alzo la bandera americana”, cuenta a CORREO DEL SUR el historiador estadounidense William Lofstrom, quien lleva dos décadas radicando en Sucre. Él aclara que hace eso como un acto privado y que no pretende ofender a los vecinos. ”Reconozco que es una fecha importantísima para Estados Unidos”, remarca.
PÍCNIS Y BARBACOAS
El diplomático jubilado recuerda que en su país la población suele salir de paseo para realizar pícnics y barbacoas al aire libre. En California, su ciudad natal, los lugares preferidos son las playas y las piscinas, que ahora por el coronavirus están cerradas.
Antes de la pandemia los festejos en EEUU eran similares a los del 25 de Mayo en Sucre, con la diferencia de que estaban diseminados por todas las ciudades medianas y grandes de aquel país. Había desfiles protagonizados por grupos de cívicos, bandas de colegios y, no faltaban los discursos de autoridades.
“Lo curioso de alguno de estos desfiles era (ver) a un grupo de los más altos masones; tenían sus pequeños carritos eléctricos y desfilaban con sus carritos y sus turbantes para festejar el 4 de julio”, comenta nuestro entrevistado.
Lofstrom, que de joven solía reunirse con amigos de colegio en la playa para cocinar salchichas, escuchar la radio y prender juegos pirotécnicos por la noche, dice que, ante la situación actual, sus hijos que viven allá tuvieron que rechazar varias invitaciones.
ESAS ROTAS CAMPANAS
Autumn Spredemann llegó hace dos años a Sucre y, tal como ocurrió con Lofstrom, formó aquí una familia. Ambos conservan sus tradiciones que, sin embargo, debido a la cuarentena este año se verán modificadas. “La comida tradicional para el 4 de julio en mi país son salchichas y hamburguesas”, detalla la estadounidense.
“Sucre es la cuna de la libertad y tenemos una ciudad parecida en mi país también“, dice al comparar a la capital de Bolivia con Filadelfia, ciudad icono de la revolución estadounidense, conocida por albergar un Salón de la Independencia al igual que la casona ubicada al frente de la plaza 25 de Mayo.
Esta maestra de Inglés destaca que Filadelfia y Sucre incluso tienen, ambas, una campana rota por la misma razón: la libertad.
La de EEUU sirvió para convocar al primer congreso continental, más de una batalla y la lectura de la declaración de la Independencia en 1776. La de Bolivia, para llamar al pueblo a la rebelión en 1809, tras la detención de Jaime Zudáñez, uno de los próceres de la independencia latinoamericana.
“Los bolivianos y la gente de Estados Unidos amamos la libertad e hicimos sacrificios para conseguirla; eso es algo que tenemos en común”, resalta Spredemann.
OTRAS SIMILITUDES
Según el historiador y diplomático jubilado William Lofstrom, ambos países acogen a una multitud de etnias e inmigrantes que, más allá de lo que digan sus gobernantes, no son considerados una amenaza. “Yo me siento como inmigrante aquí, en Sucre, rodeado de amigos y de cariño”, manifiesta.
“Los inmigrantes, los cambios y la multietnicidad son muy positivos”, refiere al manifestar que no tiene planes de retornar a EEUU sino más bien quedarse en la ciudad que en su primera visita lo impactó por su gran cantidad de iglesias y donde el tiempo parece haberse estancado, donde el ímpetu de la modernidad no destruyó los edificios y, por ende, la historia.
“Con mi esposa volvimos en el año 2000 para vivir y morir aquí”. Lofstrom se casó con Ana María Zamora Bonifaz, quien falleció hace algunos años y con quien tuvo cinco hijos. Spredemann, por su parte, que gusta de viajar en una moto que lleva los colores de EEUU y que la llevó por cuatro países el año pasado, encuentra parecidos con esta ciudad entre los edificios históricos y los paisajes, especialmente los de Punilla. “Se parece mucho a Colorado, por los bosques y las montañas”, dice ella.
“A ustedes les gustan hamburguesas y pollo broaster y a nosotros también”, dice al señalar que solo extraña de EEUU la forma de hacer el café, un placer que cambió gustosa por la tranquilidad de Sucre. Este sábado, Autumn al igual que William tienen pensado hablar con sus respectivas familias vía Zoom, cocinar algo típico de su país. Ella, posiblemente, encienda alguna bengala y vea el show de talentos de su escuela.
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